Ayer se cumplieron 11 años de que el Movimiento de Regeneración Nacional obtuvo su registro como partido político.
Pero para aquellos que en Baja California Sur desde el 2011 gastaron la suela de los zapatos para la conformar las asambleas fundacionales de lo que hoy es el partido más poderoso de México, no hay mucho que celebrar.
A aquellos que acudieron al llamado para conformar el movimiento político que llevó al poder en 2018 a Andrés Manuel López Obrador, como se dice comúnmente “la revolución no les ha hecho justicia”.
En Baja California Sur el amor se ha pagado con desprecio de las cúpulas.
En las primeras elecciones locales en las que participó Morena en Baja California Sur, en el 2015 lograron los primeros espacios con algunas regidurías y una diputación local, sorteadas mediante tómbola entre esos primeros militantes morenistas.
Irónicamente fue en esas elecciones cuando mejor le fue a los fundadores de Regeneración Nacional.
Para la campañas del 2018 las principales candidaturas quedaron en manos de políticos emanados del PRI o el PRD-PT, como Armida Castro en Los Cabos, Rubén Muñoz en La Paz y Víctor Castro en la primera fórmula al Senado, quien además en 2015 había sido candidato a Gobernador.
Y al ganarse las elecciones 2018 por la “ola” que significó el voto masivo por Andrés Manuel López Obrador, en su gran mayoría, los fundadores morenistas fueron ignorados en los principales gobiernos del estado; Los Cabos y La Paz, siendo relegados a espacios de segundo o tercer nivel en la estructura burocrática, sin ninguna opción de crecimiento político.
Y quienes tuvieron espacios de mayor relevancia como legisladores o regidurías no asumieron un liderazgo para generar un bloque sólido del ala dura del morenismo.
Para el 2021 con el triunfo de Morena en el Gobierno del Estado, la mayoría del Congreso y los Ayuntamientos, se pensaba que con Víctor Castro finalmente se abrirían los espacios para aquellos que tenían la ideología morenista neta.
Pero los gobiernos se llenaron de ex priistas que participaron en el gobierno federal del Enrique Peña Nieto e incluso algunos que saltaron de las administraciones panistas de Marcos Covarrubias y Carlos Mendoza.
A algunos fundadores se les “premió” con algunas direcciones o secretarías, pero nuevamente de bajo perfil desde donde tampoco han tenido crecimiento político.
Y para el 2024, bajo el liderazgo moral de Víctor Castro Morena, Morena se entregó la “joya de la corona”, Los Cabos a su aliado el PT.
Nada más y nada menos que el municipio con mayores recursos económico y el mayor número de electores.
En La Paz, se perdió todo el pudor y se hizo campaña y se dio los principales puestos a ex priistas y ex panistas que en la elección de 2021 habían sido sus rivales.
Así llegan los morenistas de “hueso colorado” a 11 años como militantes del partido más poderoso del país.
Así llegan a un año del proceso electoral 2026- 2027.
Con su movimiento tomado por ex priista, ex perredistas, ex panistas y petistas.
Sin liderazgos fortalecidos.
Sin representación en los gobiernos emanados de su movimiento.
Y con mínimas posibilidades de candidaturas.
Morena en Baja California Sur es hoy un partido fuerte… pero sostenido por estructuras ajenas a sus raíces.