La semana pasada se celebró en La Paz los cuatro años de “la llegada de la cuarta transformación a Baja California Sur”.
Obliga a la reflexión, ¿Realmente llegó la 4T a Baja California Sur?.
Entre los militantes de Morena sí hay personas que creen y practican los máximos preceptos de su partido de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.
Por desgracia para los sudcalifornianos, no son ellos quienes ocupan la cúpula de su partido.
De los muy pocos morenistas de convicción e ideología que han ocupado espacios en la clase política de nuevo partido hegemónico, algunos han honrado la lucha que llevó que millones de mexicanos creyeran en un movimiento de transformación de la vida pública del país.
Donde el combate a la corrupción y los privilegios de lo que llamaron “la mafia del poder” quedaran atrás.
Un país de democracia plena, poniendo a la austeridad de la nueva clase gobernante como estandarte.
Pero esos morenistas no están en los espacios de toma de decisiones de los gobiernos de Morena y tampoco están en la toma de decisiones para definir candidaturas.
A esos morenistas, que siguen siendo la base del movimiento, hoy proyecto político y de nación, se le manda a la calle a convencer casa por casa de las bondades del nuevo régimen, de la justicia social por los pobres… de la austeridad republicana.
Y sí, ellos lo practican, pero la cúpula no ayuda.
Mientras ellos pregonan que “no debe haber gobierno rico con pueblo pobre”, los integrantes de la cúpula de su partido a nivel nacional y local son exhibidos con millonarias casas y departamentos, en viajes de lujo a Europa y Asia, con carrazos y camionetotas de alta gamo, relojes de realeza y oligarcas, en fiestas de millonarios con ropa y joyas para hacer juego, CON ASIENTOS PRIVILEGIADOS PARA JUEGOS DE LAS GRANDES LIGAS DE BEISBOL EN ESTADOS UNIDOS.
Y mientras ellos forman base social en la colonia, las candidaturas son entregadas a ex adversarios políticos, lo mismo del PRI, que del PAN que del PRD.
En Baja California Sur podrían contarse con los dedos de las manos los morenistas de ideología y no de interés que son diputados, regidores o hasta funcionarios públicos de primer nivel; que no hayan “chapulineado” de otros partidos.
Y tanto a nivel local como nacional, pobre de aquel morenista con un espacio en el gobierno que se atreva a hacer crítica de lo que ha deformado el movimiento.
En Cabo San Lucas, el fundador de Morena en Los Cabos, Daniel Torres se atrevió a cuestionar que: “Cuando se dejó de hacer la tómbola, cuando se dejaron de hacer las asambleas, entonces decidió la cúpula y se fue para abajo todo el movimiento democrático”.
Desde Ciudad de México, Eduardo Cervantes fue a más: Dijo que dentro del partido hay gente que miente, que es corrupta y que no comparte los lineamientos del movimiento de transformación, e incluso que 11 de los 24 gobernadores por Morena, son ex priistas.
En ambos casos, los dos morenistas fueron separados de sus encargos.
Y para el 2027 no pinta mejor la cosa para quienes creen y valoran el movimiento de la 4T y los preceptos de Morena:
Se les manda a formar los comités seccionales, pero los presiden políticos de siempre que los usan para promoción personal.
Se cumplen cuatro años de gobiernos de la 4T en Baja California Sur y siete en México.
Pero cada vez hay menos morenistas en los gobiernos de Morena.
Los auténticos, los que creen en el proyecto, siguen en las calles, convenciendo y trabajando por el proyecto.
Pero el poder está en manos de políticos reciclados y de una élite que vive lejos de la realidad del pueblo.
La pregunta entonces es inevitable:
¿Estamos viviendo una transformación real… o solo una simulación?