96 años de PRI, en BCS muere en el abandono

Hoy el Partido Revolucionario Institucional cumple 96 años.
Y como si se tratase de una persona de carne y hueso de 96 años, vive sus últimos días.
Lo peor, es que ya no se le ve apetito por vivir.
Y para muestra un botón… Baja California Sur.
El ocaso del tricolor en la sudcalifornia queda dibujado si nos remitimos a la última elección de 2024.

Las máximas figuras del priismo sudcaliforniano de esa elección, fue un personaje que vivió las viejas glorias del PRI hace tres décadas, Antonio Manríquez, quien figuró como candidato a Senador; y el “nuevo PRI”, representado por su dirigente estatal, Fabrizio del Castillo Miranda, que hoy despacha como diputado local plurinominal con más pena que gloria.

La “vieja guardia” y el “nuevo PRI”.

Quienes nunca terminaron de aprender a ser oposición tras los largos años de “vacas gordas”.

Y quienes sólo conocen a un PRI sudcaliforniano perdedor de elecciones y que han aprendido a simular oposición y operar para quedarse con los pocos espacios que van quedando para el tricolor.

Sumisos antes con el PRD y luego el PAN y hoy “cuatri transformados” con Morena”.
Ambos en su mediocridad.

Como mexicano y veracruzano, nacido y crecido entre los 80s y los 90s fui testigo del todo poderoso PRI. Un PRI que lo mismo organizaba la repartición de terrenos, que entregaba útiles escolares en escuelas públicas, que daba créditos a la palabra, que organizaba talleres de arte y oficios.

Cuando llegué a Baja California Sur, allá en 1998, el PRI gobernaba el estado con Guillermo Mercado y al siguiente año el priismo sudcaliforniano sufrió la derrota de la que en 30 años no se ha recuperado y parece que ya no se va a recuperar.

Y lo peor, sufrió la derrota a manos de uno de los suyos, Leonel Cota que al no ser ungido como candidato del tricolor, se subió al barco del PRD, iniciando el primer gran éxodo de priistas a otro partido.

Cuando inicié en esto del periodismo, a mediados de los 2000´s, el PRI aún era la segunda fuerza política del estado. Esthela Ponce en La Paz y Angel Salvador Ceseña en Los Cabos, significaban figuras políticas con amplias posibilidades de ganar el terreno perdido, pero el PRI volvió a perder las elecciones con Rodimiro Amaya como candidato.

Me tocó y documenté también el proceso a inicios de los 2010´s cuando a nivel nacional Enrique Peña Nieto con su “Nuevo PRI” alentaba en tierras sudcalifornianas la gran posibilidad de que el PRI regresara al gobierno estatal, tras más de una década intentándolo en dos ocasiones con Ricardo Barroso, quien perdió en urnas contra los en su momento priistas y ahora panistas, Marcos Covarrubias y Carlos Mendoza; quienes también en su momento provocaron desbandadas de priistas al blanquiazul.

Fue en este periodo también que el PRI sudcaliforniano sufrió de una guerra interna por posiciones, que terminó por desfondar el partido, entre la alcaldesa de La Paz, Esthela Ponce, el líder nacional y senador, Isaías González Cuevas, líder nacional de la CROC y el también senador, Ricardo Barroso.

El PRI entonces cayó a la tercera posición como fuerza política en Baja California Sur.
Felizmente (para ellos) en tiempos de la cuarta transformación, Esthela e Isaías optaron por pasarse “al lado correcto de la historia” (otra vez para ellos), mientras que Ricardo Barroso, dio su última lucha política en el 2021 en pos de la Alcaldía de La Paz y al perderla optó por el autoexilio político, por lo que, en 2024, ya no activó.

Así dejaron a un PRI sudcaliforniano en ruinas.

Un PRI que entre 2011 y 2012, había logrado las alcaldías de La Paz y Loreto, dos Senadurías, una diputación federal, decenas de delegaciones federales, posiciones en los cabildos de los cinco ayuntamientos y amplia presencia en el Congreso del Estado; que en 2025 sólo tiene un diputado local plurinominal y una sindicatura en Mulegé.

Y el peor momento para el PRI de Baja California Sur, se ha dado en el gobierno del morenista Víctor Castro, donde cada vez es más común y sin ningún rubor la suma de ex priistas a Morena y sus aliados.

Quienes en 2012 y 2018 criticaron y atacaron a la Cuarta Transformación y a su fundador, Andrés Manuel López Obrador y participaron en las campañas de Enrique Peña Nieto y de José Antonio Meade, hoy posan sonrientes con su credencial en la actual campaña de afiliación de Morena.

Los que se sirvieron del PRI y que hoy llevan sus mañas (muchas malas) a Morena.
Y para muestra un botón, la foto que acompaña esta publicación que me compartieron esta mañana.

El testimonio gráfico es del 2016, otra época de “vacas gordas” del priismo sudcaliforniano.
Se celebraba el 87 aniversario del partido.

En la foto destacan, Omar Zavala, hoy secretario del Trabajo del Estado; Fernanda Villareal, ex directora del Instituto de Vivienda, Abimael Ibarra, secretario general de La Paz, Axel Sotelo, director de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico y quien activó por Milena Quiroga en la última elección; Diego Santana, representante de Morena ante el IEE; en tanto que Joel Vargas se sumó a la aventura de Movimiento Ciudadano.

Para acabar pronto, de los 22 de la foto, hoy quedan unos 8 en el PRI.

Y de las entonces juventudes priistas, Andrés Liceaga hoy es dirigente estatal del Partido Verde y regidor por el mismo partido y hasta Susana Zatarain que dio sus primeros pasos en política en el PRI, hoy ha hecho carrera en el PAN y despacha como Senadora.

Al inicio de este texto comparaba al PRI con una persona de 96 años.

Y como muchas personas de la tercera edad, hoy el PRI agoniza en el total abandono.

PD.- En esta historia no se ve “luz al final del túnel”. Con las modificaciones a los estatutos, Fabrizio del Castillo que concluye su periodo este año, se puede reelegir.

Ángel Mora Rojo
Ángel Mora Rojo
Reportero, periodista de investigación, analista y asesor en estrategias de comunicación. Creo en la comunicación como medio para prevenir y resolver cualquier conflicto y en el periodismo y la información como la más poderosa herramienta para conformar una sociedad moderna, incluyente y democrática y sobre todo contra cualquier tipo de abuso de poder público o privado. NO SE MATA LA VERDAD MATANDO PERIODISTAS.

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