Por: Angel Mora Rojo
Hay lágrimas que indignan por su falsedad y lágrimas que indignan por su realidad.
Lágrimas del político como parte de un montaje.
Y lágrimas del pueblo que se duele de la realidad que vive.
Lágrimas que brotan desde el interés.
Y lágrimas que brotan de la impotencia y la desesperanza.
Sin duda, las lágrimas más famosas de la política en México, rodaron por la mejilla presidencial de José López Portillo, quien durante su último informe de gobierno, el primero de septiembre de 1982, rompió en llanto al querer exculparse de los resultados de su gobierno que derivaron en una devaluación de más del 200% del peso frente al dólar, provocando una de las crisis económicas más severas de la historia moderna de México y la nacionalización de la banca.
El que “administraría la abundancia” y “defendería el peso como un perro”, terminó enjugado en sus lágrimas ante los aplausos de la clase política y de los altos empresarios que asistieron a su evento.
42 años después, el 3 de septiembre de 2024, el gobernador de Baja California Sur, Víctor Castro se convirtió en un “meme” al llorar durante la despedida de Andrés Manuel López Obrador, en su última gira como Presidente en Baja California Sur.
También en el evento fue aplaudido por la clase política e invitados especiales, por su “emotivo” mensaje.
A nivel nacional, el episodio se convirtió en una burla viral.
En lo local en algunos sectores causó indignación, por que las lágrimas derramadas para agradar a su líder político, contrastan con su actitud asumida ante los problemas de los sudcalifornianos, muchas veces de mofa y chascarrillo.
No hay lágrimas para los pescadores extorsionados, ni por los desaparecidos y las madres que los buscan, ni por miles viviendo en zonas de arroyo, ni para los engañados que compraron casas en edificios habitacionales también en arroyos, o quienes se les vende un terreno sin tener la legítima propiedad, ni para los que pasan 40 días sin agua.
En contraste, la semana pasada un tik toker, denominado “Tom Simio Chaney” instructor de tiro, en una transmisión rompió en llanto de impotencia y frustración tras el asesinato de un empleado de una tortillería en represalia por el cobro de piso.
Reproduzco, algunas de sus expresiones que pronuncia mientras se seca las lágrimas:
“Un pinche wey que vende tortillas, ¿qué daño te hace, para que vayas y lo mates por que no te da 500 varos?”.
“…sales y te das cuenta que ya no están tus rines y emputas y ya, pero ¿Estas putas mamadas que?”.
“y las pinches autoridades: ¿para qué damos permisos de portación (de armas de fuego)?. Pinches políticos de mierda, ellos tienen quien los cuide por que de nuestros pinches impuestos tragan”.
“Y ahí está, por quien hayan votado, todos los dejaron abandonados”.
“A ese hijo de la chingada lo mataron por que esos pendejos creen que mandan en la colonia, por eso la gente ya está hasta la madre… y ni mi familia es cabrón, pero es una mamada que las cosas estén llegando a este momento, que la gente este perdiendo la vida por este tipo de cosas…”.
“El pedo es que como sociedad no somos todos juntos, nada más salen dos o tres al ruedo y todos los demás… ya se lo cargó, que mal pedo, pero al rato cuando te pase a ti, es cuando vas a decir está de la …”.
“Estas cosas pasan miles de veces en México y México tiene muchas de las ciudades más violentas del mundo y nuestros políticos gastando dinero, bien chingones y tu partiéndote la madre para vender tortillas y llegan y estos ojetes y te matan y si los quieres enfrentar tú te vas a la cárcel”.
En octubre del presente año, desde la marina de Cabo San Lucas se derramaron más lágrimas del pueblo. La madre de Yeimi Alondra, una jovencita asesinada y desaparecida en el mar rompió en llanto ante cámaras de medios de comunicación para pedir a las autoridades mayor compromiso para localizar el cuerpo de su hija.
Hay lágrimas aplaudidas.
Y hay lágrimas ignoradas.
Hay de lágrimas a lágrimas.