En Los Cabos, La Paz y Comondú, los nuevos gobiernos municipales que inician este mes serán las terceras administraciones al hilo emanadas por Morena y sus aliados.
En Los Cabos y Comondú, por tercera vez “se iniciará la cuarta transformación”. En La Paz se dice que ya empezó y que va a continuar. En Loreto será su primera vez.
En la balanza, para el grueso de la población, la llamada Cuarta Transformación ha tenido los mismos saldos y resultados que los pasados gobiernos del PRI, PRD y PAN, respectivamente.
No había agua… sigue sin haber agua.
No había drenaje… sigue sin haber drenaje.
Los servicios públicos eran deficientes… siguen siendo deficientes.
Había un deficiente servicio de recolección de basura… aún hay un deficiente servicio de recolección de basura.
El desarrollo urbano era caótico… se puso peor.
No había un eficiente sistema de transporte público… sigue sin haberlo.
Faltaba alumbrado público… sigue faltando.
Y así podemos seguir con todos los rubros que enmarca el artículo 115 constitucional sobre las responsabilidades de los Ayuntamientos para con sus ciudadanos.
En 25 años de alternancia en Baja California Sur, las cosas para el ciudadano han cambiado muy poco para bien y mucho para mal.
Y la cosa es que aunque partidos van y vienen en los gobiernos sudcalifornianos, en los hechos prácticamente son los mismos políticos cambiando de piel según el ánimo del electorado en la fotografía política del momento.
Por eso se ve muy cuesta arriba para los nuevos gobernantes en Baja California Sur el decálogo para gobiernos estatales y municipales dictados por la nueva presidenta nacional de Morena:
1. Lo servidores públicos de Morena se deben al pueblo y deben ser leales a ellos. Atienden sus reclamos en audiencias públicas semanales
2. Somos demócratas. Cuando existe duda, conflicto o alguna decisión difícil, se consulta al pueblo.
3. Se informa de manera periódica y con absoluta transparencia el destino de los recursos públicos.
4. Se cuenta con Plan de Austeridad Republicana, que incluye erradicar privilegios de los funcionarios. Ningún funcionario gana más que la Presidenta de México.
5. La corrupción no se tolera y se cuenta con mecanismos eficaces para evitarla y castigarla. No hay cabida al nepotismo, amiguismo, influyentismo ni a los aviadores.
6. En los equipos de gobierno hay el mismo número de hombres y mujeres. Se da oportunidad a los jóvenes.
7. Los recursos públicos, la inversión pública en infraestructura y programas siempre están enfocados en los que menos tienen.
8. Los servicios públicos se fortalecen y mejoran, no se privatizan. Se respeta la naturaleza. Las reservas naturales por encima de intereses privados.
9. En ningún caso la policía se utiliza para reprimir al pueblo y hay una línea divisoria con el crimen organizado.
10. El poder se ejerce con humildad. No hay espacio para banalidades.
El decálogo habla de prácticas que han sido comunes en los gobiernos de Baja California Sur desde hace casi 3 décadas: No se consulta al pueblo; no hay rendición de cuentas, ni transparencia; no hay austeridad; la corrupción, el nepotismo, amiguismo, influyentismo y los aviadores han sido el común denominador de las administraciones sudcalifornianas sin importar el color; no hay paridad de género real y a los jóvenes se les relega a funciones menores; no se ha respetado la naturaleza y se han privilegiado los intereses privados por sobre el medio ambiente.
Según se dice, el decálogo lo tienen que firmar los nuevos alcaldes, Christian Agúndez, Milena Quiroga, Roberto Pantoja y Paz Ochoa.
¿Cómo cumplir con el decálogo con los mismos de siempre?
Morena les dejó la vara muy alta.