Ante la abusiva, antidemocrática y anti priista intención de Alito Moreno de reelegirse en la presidencia nacional del PRI, he escuchado o leído varias voces que vaticinan o hasta celebran la muerte del “tricolor”.
Esto último, no sólo por parte de simpatizantes de Morena y partidos aliados de la 4T, si no de ciudadanos sin partido, de la sociedad civil organizada o hasta de priistas.
“Hay que dejar morir al PRI con Alito”.
Sin embargo, no se ha tomado en cuenta un factor muy importante: el sistema político mexicano es partidista.
Es decir, los partidos son la única forma de poder competir electoralmente.
Ellos tienen la llave.
Y dudo mucho que eso cambie en el futuro inmediato, más aún con un nuevo partido hegemónico en el poder.
Entonces cualquier intención de la oposición de buscar competir contra Morena en 2027, -desde lo nacional o lo local- pasará por los partidos de oposición, hoy PRI, PAN y Movimiento Ciudadano.
También hay quienes se pronuncian por la conformación de un nuevo partido de oposición para competir en el 2027, pero ello en los hechos también supone un problema:
De acuerdo al sistema político la creación de nuevos partidos es analizada y dictaminada por el Instituto Nacional Electoral y en caso de controversia lo resuelve el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Sí esos organismos “públicos autónomos” que en la reciente campaña con sus acciones dejaron en claro su favoritismo -o sometimiento- por Morena y aliados.
Cómo no serlo, si la presidenta del INE, Guadalupe Tadei se ha documentado plenamente que tiene más de 10 familiares en puestos diversos dentro de los gobiernos cuatroteistas a nivel nacional o local e incluso se ha ventilado su simpatía en el pasado por Andrés Manuel López Obrador.
Y en el caso de la presidenta del TEPJF, la sudcaliforniana Mónica Soto, hoy se sabe también que un familiar directo despacharía como auxiliar de la ministra de la Suprema Corte de Justica de la Nación, Yasmín Esquivel, la tristemente célebre ministra que habría plagiado su tesis y que además está casada con el ingeniero José María Riobóo, amigo, asesor y constructor favorito de Andrés Manuel López Obrador.
Seguramente estos órganos si aprobarán la creación de nuevos partidos, incluso que se autonombren de oposición, pero que seguramente “por abajo del agua” estarán palomeados por el régimen cuatroteista para simular democracia.
¿Pero un nuevo partido opositor real?, no lo creo.
Y regresemos a Alito:
Desde que se alzó con la presidencia del CEN priista, el 18 de agosto de 2019, siempre estuvo bajo la sospecha de haber sido impuesto desde Palacio Nacional, es decir por AMLO.
En su liderazgo, el PRI además ha acompañado – no es que ha sido comparsa- de Morena en temas como la extensión del periodo de la presidencia de la SCJN, del magistrado Arturo Saldivar -hoy abiertamente cuatroteista-; en las reformas educativas de Morena que echaron por tierra las reformas educativas de Enrique Peña Nieto e incluso en la militarización de la Guardia Nacional.
Es decir, temas de gran relevancia para la agenda legislativa durante el gobierno de AMLO, el PRI de Alito, lo acompañó.
En los comicios de 2023 del Estado de México, se señaló al PRI de optar por una candidata débil y a modo a Morena en la figura de Alejandra del Moral, con lo que la morenista Delfina Gómez se alzó con la victoria.
Y en las elecciones federales de 2024, por la presidencia de la República, hasta la propia ex candidata presidencial Xóchitl Gálvez empieza a dibujar que a lo que se le llevó fue a una simulación por parte de las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD.
Hoy “Alito” que tiene el control de todos los órganos de gobierno del PRI, no solo a nivel nacional, si no local quiere reelegirse hasta en tres periodos consecutivos, es decir que Alejandro Moreno podría ser presidente nacional del PRI hasta el 2032.
Con ello, el político campechano sería presidente del PRI en las elecciones intermedias del 2027, pero sobre todo en las nuevas elecciones presidenciales de 2030.
Si el PRI en el 2027 y el 2030 será una de las poquísimas llaves de acceso a candidaturas opositoras.
¿Hay que dejarlo morir en manos de un personaje que con sus acciones ha generado la duda razonable, que sus intereses van más al partido en el gobierno?.
Que se vaya Alito, pero que no muera el PRI.