Isamar Herrera, arquitecta sudcaliforniana, especialista en sostenibilidad e investigadora que continúa su formación académica en España, ha puesto sobre la mesa su investigación en donde establece la importancia del territorio y el paisaje como una herramienta de educación ambiental para las infancias.
Isamar Herrera, que en su momento fue una de las primeras voces en exigir un ordenamiento del estacionamiento de Balandra, expone que el paisaje de las comunidades se vuelve un sistema de información para construir entornos más saludables y ciudades más sanas, que puedan ser respirables.
“Es la manera en que el entorno urbano significa, el entorno con el que aprendemos o hacemos lecturas sobre nuestro mundo, el que nos rodea y el estado ambiental en el que se encuentra”, comparte.
Se trata de toda la información que nos llega desde la infancia y que va constituyendo el entorno, lo que a su vez ayuda a generar una mayor consciencia de las modificaciones del lugar donde vivimos.
Publicó un libro literario en el que se aborda o explora la manera en la que a través de las vivencias de su infancia tuvo la posibilidad de entender el paisaje que le rodeaba y a partir de eso desarrolló cierta sensibilidad o preocupación por su entorno.
Es por ello que recalca la importancia de prestar más atención a la educación que se da en los primeros momentos educativos, por eso subraya la palabra “infancias”.
Al especializarse en contaminación, toxicología y sanidad ambiental, la sudcaliforniana desarrolló un trabajo de investigación que hace un análisis comparativo de la huerta valenciana y la milpa mexicana desde la perspectiva del paisaje y territorio como una herramienta para la educación ambiental.
Expone qué tanto aparece la milpa y la huerta en libros de texto de las escuelas y qué tipos de materiales, herramientas y productos genera la administración pública como elementos para la educación ambiental, todo dirigido a niños y niñas de entre 6 y 12 años de edad.
Ahora pretende enfocar sus estudios a la exploración de cómo está relacionado el color y cómo se va transformando en los paisajes.
La mayoría se va degradando, con ello la paleta de colores del paisaje también muta y cambia. Estoy segura que esa información que recibimos a través de los colores es también parte importante de la manera en que entendemos el entorno”, mencionó.
La investigadora busca un escenario que le permita estudiar el tema del color como un elemento o herramienta de entendimiento del paisaje, para abrir la perspectiva en las comunidades.
“Me parece importante porque la manera en que nosotros entendemos el entorno determina la manera en que vivimos el entorno. La manera en que hacemos estas lecturas y recibimos esta información del entorno, van a ser determinantes en la forma en que nosotros nos vamos a implicar o vamos a estar comprometidos o generando acción con respecto a nuestra hábitat” , comentó.
En 2019, la sudcaliforniana lanzó una solicitud en Change.org para solicitar que se cambiara el estacionamiento en Balandra, con el objetivo de garantizar el cuidado ambiental de Balandra.
En su momento, la especialista explicó que el estacionamiento del Área Natural Protegida (ANP) se estableció sin ninguna consideración ambiental, lo trajo una afectación constante a la emblemática playa.