Anoche se registró una segunda manifestación por el legítimo derecho de los ciudadanos de Cabo San Lucas, usuarios y contribuyentes del Organismo Operador Municipal de Saneamiento, Agua Potable y Alcantarillado de Los Cabos que acusan tener en sus colonias más de 40 días sin agua.
La protesta subió de tono y se llegó al agravió contra los medios de comunicación.
Una sola voz, de entre todos los manifestantes, con megáfono en mano llamó a los reporteros asistentes “chayoteros”. Hubo empujones y se habla de una compañera que habría resultado con lesiones leves.
Para beneplácito de la autoridad, desde anoche y esta mañana el movimiento legítimo por el agua, deformó en notas de agresiones a los medios, en los propios medios. Se desvirtuó en la percepción.
Por ello la jornada vivida merece una amplia reflexión, que en el caso de este ejercicio de opinión, me permito hacer en tres sentidos:
1.- El Gobierno.
NUNCA MINIMIZAR UN RECLAMO SOCIAL.
En lugar de buscar desacreditar la manifestación por el derecho al agua de ciudadanos que pagan su recibo, al deslizar que se trataría de un tema político y que sólo eran 50 los manifestantes, el Presidente Municipal, como lo hizo antes de ser alcalde, debía haberse sumado a las voces de preocupación de la realidad que viven miles de sanluqueños por el desabasto de agua.
Está claro que nadie tiene una “varita mágica” para resolver los temas sociales más arraigados de municipio, pero correspondía a la autoridad sumar empatía a quienes están por lo menos irritados por pasar más d 30 días sin agua, obligados a comprar a pipas el vital líquido.
Ese negocio de las pipas que el propio Alcalde se comprometió a terminar en su discurso de toma de protesta.
Podría haber aprovechado para anunciar el programa emergente de abasto de agua, que se formuló finalmente por la misma autoridad para atender el tema.
Presumiendo sin conceder que hubiera ingredientes políticos en la manifestación, seguramente otros también acuden a la movilización social por razones legítimas. El desabasto de agua es un hecho innegable e irrefutable.
Desacreditar el movimiento, sólo genera encono entre los manifestantes, que en lugar de sentirse atendidos por la autoridad, se sienten agraviados por la misma y el número de manifestantes seguramente crecerá.
2.- Los manifestantes.
CIUDEN SU MOVIMIENTO.
Felicidades, mi reconocimiento a quienes tomaron la decisión de luchar por su derecho al agua desde la manifestación pacífica. México más que nunca necesita ciudadanos como ustedes que salen de la pasividad del activismo por redes sociales y salen a ganar la calle, pero tengan en cuenta siempre que, en una manifestación social, el agravio y la violencia nunca es el camino.
Y el agravio a los mismos medios de comunicación que dan cobertura, genera un efecto contraproducente contra el movimiento, como lo han visto en el más reciente episodio.
Si alguien dentro del movimiento procede a conductas violentas, si no está dentro de lo acordado por la mayoría, apártenlo y deslíndense en el acto.
Recuerden que, las manifestaciones sociales pacíficas, hay grandes posibilidades de que se busquen desacreditar y para ello está plenamente documentado que el propio gobierno o las entidades contra las que se manifiesta puede infiltrar agitadores.
No digo que sea el caso, pero en la movilización social siempre está latente ese riesgo.
3.- Los medios de comunicación.
ASUMAMOS NUESTRA RESPONSABILIDAD SOCIAL.
Nada justifica que nos agredan al momento de ejercer nuestra labor periodística.
Sin embargo lo vivido ayer debe llevarnos a una gran reflexión:
¿Cómo nos estamos viendo ante la ciudadanía?.
¿Realmente estamos siendo el efectivo puente de comunicación entre el gobernante y los ciudadanos?.
Los políticos desde hace décadas en México llevan el estigma de corruptos, aunque haya honrosas excepciones.
Si no queremos que se nos califique de “chayoteros”, nos obliga a revisar nuestro trabajo y ver si estamos reflejando los problemas sociales que aquejan a los ciudadanos más que el discursos de la autoridad.
Si nosotros en nuestras mesas de café comentamos que estamos hartos de escuchar por 10, 20 30 años, el mismo discurso de los políticos, de los mismos problemas sociales.
¿Cómo estará la ciudadanía?. Y los periodistas que viven en Cabo San Lucas, ¿sí les llega el agua diario?.
Debemos enseñar al gobernante que un convenio de cobertura no significa la entrega de la línea editorial de un medio y que le sirve más un medio equilibrado que uno entregado sin credibilidad.
La de ayer, una jornada de reflexión para todos.