El plantón de trabajadores de la educación continúa en el Palacio de Gobierno y si algo nos demuestran los docentes y administrativos es que la lucha magisterial no tiene que saber a luto, sino a resistencia vestida de fiesta.
Desde tempranas horas tomaron las instalaciones de la Secretaría de Finanzas de Baja California Sur, siguiendo con las acciones colectivas de protesta estatal para exigir cumplimiento al pliego petitorio que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) entregó al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y al gobernador del estado, Víctor Castro Cosío.
Pero la espera no sabe a espera, sino a solidaridad. Cada grupo de trabajadores ha levantado su carpa por escuela, colocó sus mesas e iniciaron con la primera carga de la cafetera, porque si algo saben los profesores es que podrá faltar el líder del SNTE, pero nunca la taza de café.
Al ritmo del “Tao, Tao” y “La Chona”, lanzan las cartas de la lotería, mientras otros docentes acortan la lucha haciendo fila en el carrito de los tostielotes. Crema, queso, chile del que no pica y muchos colores entre el campamento que espera lograr por fin las 3 mil plazas para compensados.
Círculos en los que conviven colegas y amigos, que dejan claro que si el gobierno quiere clases, deberá entregar las bases.
Y no es para menos, las historias de docentes que llevan casi dos décadas cobrando 6 mil pesos mensuales, sin prestaciones, años sin seguro médico y tampoco generan antigüedad, son las protagonistas de esta lucha magisterial.
Mientras las bocinas con música ayudan a apaciguar las guardias, se vislumbra la primera reunión con la Secretaria de Educación Federal, Leticia Ramírez, pero advierten que la lucha magisterial no se detendrá hasta que haya una solución porque las promesas se las lleva el viento al ritmo de Los Tucanes de Tijuana.