Hay pobreza que indigna.
Hace casi un año, el 31 de octubre de 2024 en este espacio de opinión compartí la historia de una mujer de avanzada edad que vendía manzanas enchiladas cerca de mi casa.
Desde el medio día, a veces hasta las 10:00 de la noche la viejecita sorteaba rayos de sol y carros para vender sus golosinas. Su único sustento.
Para esas fechas esperaba su tarjeta del Bienestar para poder recibir el apoyo a personas de la tercera edad.
Poco después deje de verla, espero que haya recibido el apoyo federal y ya no tenga la necesidad de exponerse.
https://hoybcs.com/vendedora-de-manzanas-enchiladas-todo-lo-que-esta-mal-en-nuestra-sociedad/
Este fin de semana una mujer joven, de menos de 30 años, con un bebé en brazos y otro pequeño de unos 3 a 4 años se acercó a la mesa de la cafetería donde estaba, en pleno centro de La Paz y ofreció en venta unos pequeños postres con precio de 1 por 30 pesos y 2 por 50 pesos.
Ni ella, ni los infantes se veían desaliñados, ni exhibían pobreza extrema.
“Gusta apoyarme para la leche de mi niño”. Fue su speech de venta.
Por supuesto que aproveché la promoción de 50 pesos.
Al día siguiente, en el estacionamiento de Walmart, se me acercó un jovencito de entre 14 y 16 años con una mochila.
“Estoy vendiendo para apoyarme para la escuela”, me abordó.
Resulta que vendía chile guajillo, a 50 la bolsa. Compré una en 100.
Otro día pasó; ahora en el estacionamiento de Plaza Paseo, se me acercó otro jovencito, este de entre 12 y 14 años, me mostró unas paletas con botecito de chamoy, “para mis útiles”, me dijo.
Y en el mismo estacionamiento al salir de la plaza, una mujer se acercó al subir a mi carro. Me ofreció el mismo dulce.
“Gusta apoyarme para los útiles de mis hijos”, expresó. Le compre a ambos. Me encantan todos los dulces enchilados.
El Gobierno Federal ha presumido que 13.4 millones de personas han salido de la pobreza en México desde 2018.
Los programas sociales están enfocados principalmente a personas de la tercera edad, mujeres y jóvenes estudiantes.
Justamente los sectores sociales vulnerables de las personas que pedían apoyo.
El discurso que se estrella con la realidad en las calles.
Y hay riqueza que ofende.
En los mismos días que estas personas vendían lo que podían para apoyar su economía familiar, en redes sociales, vi a funcionarios y ex funcionarios, muchos de ellos de la 4T, dándose vida de ricos.
Y no hablo sólo de las residencias, viajes de lujo, fiestas millonarias, prendas y joyas de la cúpula, sino de personajes locales.
Con los 20 años y pico que llevo en el periodismo conozco prácticamente a todos los políticos, al menos de Los Cabos y La Paz.
Y he visto a muchos llegar al poder como se dice “con una mano atrás y una adelante” y tras el paso en su responsabilidad, transformar su vida radicalmente en lo económico.
Fiestas “buchonas”, viajes frecuentes nacionales y al extranjero, camionetones y hasta cirugías estéticas.
Esta semana vi a ex funcionarios dándose la gran vida en viajes al extranjero y celebrando cumpleaños a lo grande con banda en vivo y todas esos satisfactores que el dinero sabe dar, ese que no cuesta o cuesta muy poquito ganarlo.
Hace unos años, los funcionarios salían de las administraciones con licencias de alcohol, concesiones de transporte de carga o transporte público, principalmente taxis.
Ahora le entraron al jugoso negocio de la sed, con concesiones para pipas de agua.
No se trata de empresarios exitosos que empezaron desde abajo, su único mérito es haber estado en una responsabilidad donde manejaron recursos públicos.
Hay pobreza que indigna.
Y hay riqueza que ofende.