Ayer durante la jornada de la discusión de la Reforma Judicial en el Senado, la clase política en México quedó dibujada de cuerpo entero.
Una clase gobernante y del bloque oficialista empeñados en la imposición de su ideología política a través de una supuesta mayoría en las leyes que rigen a todos los mexicanos.
Que buscan legitimar con una supuesta representación de la mayoría del pueblo de México, la destrucción de las instituciones y la división de poderes que eran sustento de la República Mexicana.
Que con 36 millones de votos, impone su visión de las cosas a 130 millones de mexicanos.
Que por medio de la represión, logró los votos que le faltaban para tener mayoría calificada para cambiar la Constitución.
Que tragan sapos y caca sin hacer caras, teniendo que aplaudir a quien antes denostaron, sólo por cumplir con su líder.
Un presidente que ve satisfecha su venganza, no contra el Poder Judicial que no se doblegó a sus caprichos durante su sexenio, si no contra una clase empresarial y clase media que en dos ocasiones no le permitieron llegar al poder.
Una presidenta electa que no se ve incómoda con concentrar todo el poder del estado en su persona en los próximos 6 años.
Indigna el oficialismo que lleva el país a paso rápido al totalitarismo.
Indignan los convertidos que han brincado a Morena por sus intereses, sin ninguna convicción política.
Pero lo que más indigna es la oposición.
Ayer vimos a los senadores del PRI, PAN y MC chillar en la máxima tribuna de la nación, por las prácticas represoras de Morena para imponer su mayoría y la traición de un político del que no se podía esperar otra cosa, pero que ellos mismos lo hicieron candidato.
Llaman “traidores a la patria” a los diputados y senadores de Morena, PT y Partido Verde por entregar el país a un solo hombre.
Pero los mexicanos podemos calificarlos a ellos de traidores, por que por su soberbia y por privilegiar sus intereses personales malgastaron la única posibilidad de una representación real en el Congreso de la Unión.
La ciudanía, con la candidatura a la Presidencia de la oposición les mandó un claro mensaje que querían candidatos ciudadanos que representaran una verdadera oposición a Morena y aliados.
Pero los liderazgos nacionales y estatales de PAN-PRI-PRD como siempre no estuvieron a la altura del momento histórico, ellos fueron por lo suyo y hoy despechan como senadores, diputados federales o diputados locales, por la vía plurinominal. Ellos aseguraron su espacio y por eso les valió madre la campaña y el futuro de México.
Movimiento Ciudadano le jugó al esquirol y le salió el tiro por la culata, hasta les quitaron diputados y senadores.
Aquí mismo en Baja California Sur, el bloque opositor impidió toda posibilidad de que hubiera candidatos ciudadanos par dar la pelea por los votos. Mejor se optó por los de siempre, los que ya tenían tache por los sudcalifornianos, la mayoría candidatos perdedores de otras campañas.
Ayer celebraron su imposición en los espacios de candidaturas, hoy chillan por la imposición de la aplanadora y la hegemonía partidista que ellos contribuyeron a crear.
Conociendo la clase política mexicana, no será de extrañar que poco a poco al paso del tiempo más se sumen al bloque oficialista. No hay rubor en ellos.
Ésta es nuestra clase política de cuerpo entero.
Está claro que es una clase política que ya no le sirve a la verdadera mayoría del país.
Ya no hay que tomar el Senado y la Cámara de Diputados, donde por lo menos otros seis años seguirán conviviendo la clase política caduca y podrida de México.
Hay que tomar las sedes de los partidos para exigir que las dirigencias y liderazgos actuales, entreguen al pueblo los espacios de representación.
Traidores a la patria… todos.