El pasado domingo 28 de julio, recibí diversos materiales audiovisuales de la jornada que se vivía en Venezuela en día electoral.
De todos ellos, uno me revolvió las tripas.
En un video de la red social tik tok se observa a tres mujeres jóvenes, en lo que parece ser el patio de una casa con techo de lámina.
Con notable nerviosismo, parece observan el televisor y en el audio se escucha la voz de Elvis Amoroso, titular del órgano electoral venezolano, mientras anuncia los resultados oficiales de la elección para presidente.
Envueltas las tres en la bandera de su país, rompen en llanto de impotencia y desesperación, cuando Amoroso revela la supuesta victoria del dictador Nicolás Maduro con un 51.2% de los votos, sobre el candidato opositor, Edmundo González Urrutia que había obtenido el 44.2% de los sufragios.
La reacción es desgarradora.
En llanto inconsolable, una eleva la mirada y cuestiona:
“¡Ay dios mío!, ¡Señor, ¡¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?!”.
Hasta aquí lo del video.
Mientas estas tres jovencitas hasta el momento anónimas, ven quebrarse la esperanza de terminar con más de dos décadas de dictadura chavista, a más de 4 mil 800 kilómetros de distancia, desde la seguridad de Baja California Sur, una ex funcionaria federal y aspirante a senadora de la cuarta transformación, desde sus redes sociales, celebra el supuesto triunfo de Maduro.
Yanssén Weichselbaum, ex delegada estaral de los Programas Federales del Bienestar, ese mismo domingo publicó en sus redes sociales:
“El mundo avanza contra la derecha, Venezuela da ejemplo de elecciones libres a pesar de la guerra mediática”.
El “pensamiento”, va acompañado de un gráfico que inicialmente publicó el Instituto Nacional de Formación Política de Morena, donde se observa la imagen del dictador Nicolás Maduro en una actitud mesiánica con los brazos abiertos en cruz y la leyenda: “Viva el Pueblo de Venezuela”.
En sus redes sociales, Yanssén Weichselbaum deja claro con otras publicaciones su apoyo a la dictadura chavista, criticando el manejo de los medios de comunicación en la elección venezolana.
Qué fácil apoyar una dictadura desde el privilegio de la distancia.
De acuerdo a información oficial del Gobierno Federal, como Delegada de Programas para el desarrollo, Diphna Yanssén Weichselbaum recibió un sueldo de 104 mil 287.80 pesos mensuales durante su encargo, lo cual contrasta con los 6 mil pesos mensuales per cápita que el Banco Mundial señala que es el promedio de ingreso de un venezolano en la dictadura chavista que ella celebra.
En verano del año pasado, fue cuestionada por un viaje de placer a España que realizó mientras aún despachaba como delegada federal para acompañar a su pareja Omar Castro (jefe de la oficina del Gobernador), que después el mismo funcionario señaló que se trató de un viaje para la presentación de un libro sudcaliforniano… escrito por él.
Ella misma publicó una foto del viaje en sus redes sociales, donde se le observa en un restaurante o cafetería.
Así, Yanssén Weichselbaum celebra la “victoria” de la dictadura a la que se le atribuyen al menos 200 muertes de opositores, tan sólo en protestas del 2014, 2017 y 2019, así como más de 250 presos políticos.
Una dictadura que ha provocado una superinflación, cuyas imágenes de personas buscando comida entre la basura han dando la vuelta al mundo.
Mientras los venezolanos, en estas horas luchan por terminar con la dictadura, uno de los cuadros políticos más importantes de la 4T en Baja California Sur, celebra la continuación de la misma, desde su privilegio como parte del grupo gobernante en el estado.
Hoy se habla en corridillos políticos que podría asumir algún cargo en el gabinete del gobierno de Víctor Castro, luego de que este anunciara cambios para septiembre.
Quería ser senadora.
Es una de las principales impulsoras del “segundo piso de la cuarta transformación”.
Queda claro el modelo de país que busca.