*El autor es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública y ex presidente del PRI en Baja California Sur.
“El populismo necesita enemigos; la democracia requiere oposición “.
Jan-Werner Müller
A tres años de gobierno populista y con un poder absoluto, el presidente López Obrador se sigue exhibiendo como un hombre frustrado, amargado y rencoroso, con un odio hacia todos y bajo la orden y decisión que nadie puede opinar contrario a él, y mucho menos accionar situación alguna que vaya contra su línea dictatorial y totalitaria.
Su estado de ánimo, su actitud, su lenguaje corporal transmite a un hombre afligido, enojado, con la mente en sus escenarios personales y traumas del pasado sin superar.
Ante esto, el país sigue enfilándose a pasos agigantados a la crisis, a la tragedia y la desesperanza, por el totalitarismo presidencial, la frustración, necedad, terquedad y autoritarismo que no permite se mueva nada sin que el de la orden, sin que él lo defina y decida aunque la mayoría de las veces son acciones equivocadas. Con un discurso errático, contradictorio y mentiroso, donde su dicho o capricho siempre está por encima de la razón, la ley y el sentido común.
Estamos en un momento circunstancial donde el presidente con sus constantes errores, desaciertos, mentiras, insultos y agravios ha logrado que como sociedad perdamos la capacidad de asombro y estemos en ese filo de la navaja en que aceptemos la tragedia de la realidad como escenario de confort y mediocridad.
En esa actitud chapucera que se adapta al discurso presidencial, que se adhiere con sarcasmo, soberbia y burla todo se resuelve, todo se señala para que todo siga igual o peor.
La 4T, Morena/Gobierno y el presidente López Obrador son adictos a tener el pasado como parámetro, como depositario de culpas y sobre todo como “cortina de humo” para tener en esos escenarios el pretexto perfecto para no aceptar su ignorancia, incapacidad, opacidad, nepotismo, abuso y corrupción, ante una realidad implacable ante sus dichos que echa abajo sus tesis.
Y más allá de sus malabares y pirotecnia verbal que tanto le gustan escuchar a sus fanáticos, está el latente y peligroso atentado a la libertad de expresión, en su diaria “conferencia mañanera” donde insulta, ofende y descalifica a la prensa, a los periodistas, a los intelectuales, los confronta, los enfrenta cual pandillero, los reta y acusa con “pruebas” que le “llegaron” sin haberlas consultado o confirmado como ciertas para hacerlas publicas. Un presidente furioso, fuera de sí, sin control, que viola abiertamente la ley ante las cámaras y micrófonos todos los días.
De sus últimas gracejadas fue el asegurar que tiene 50 millones de informantes “espías” en el país que le comentan lo qué pasa a su alrededor. Con esta aseveración uno de cada dos habitantes de nuestro país es espía y el otro es espiado. (Imaginen el “tiempo” del presidente para leer el informe de cada uno de sus 50 millones de “espías”)
Un presidente que diario polariza y divide a sus gobernados y genera encono, dejando de lado su responsabilidad de llamar a la unidad, inclusión y armonía entre todos los mexicanos.
En esta realidad y ante un futuro incierto, estamos en un país al borde del colapso, con instituciones debilitadas y atacadas, con empresarios que en su mayoría no acaban de ubicarse ni descifrar al gobierno y los menos y más poderosos en sus escenarios donde ganar ganar se les da sin importarles ideologías gubernamentales.
Los partidos políticos siguen en sus inercias internas, en sus implosiones estructurales, en sus deserciones de militantes y confundidos en la ruta a seguir para enfrentar una T4 y su partido, dispuestos a como dé lugar seguir ganando espacios de representación política.
La “oposición” tiene una tarea histórica que debe asumir aliada de la sociedad civil, de los organismos no gubernamentales, de asociaciones y grupos que busquen bienestar, tranquilidad y desarrollo para México.
Ánimo !!!
