La reciente visita del Presidente Joe Biden a Japón en la cual plantea un acuerdo comercial de gran calado que incluye a India, Japón, Corea del Sur, Taiwán y algunos países asiáticos excluyendo a China, no es solamente para reposicionar al dólar como moneda de intercambio internacional, luego de la abrupta decisión de Donald Trump de abandonar las pláticas para ingresar al TPP hace aproximadamente cinco años, donde colateralmente México también se vió obligado a dejar pasar la ocasión.
No, también implica un férreo posicionamiento militar en la región, donde allende los acuerdos comerciales, se buscan también alianzas estratégicas en el campo militar, de cara al efecto producido por la invasión Rusa en Ucrania y los efectos inflacionarios que se resienten, pero también para evitar que Rusia abra esas puertas como destino de sus productos embargados, desde su exclusión del sistema Swift.
Lo que estamos presenciando, es apenas la punta del iceberg, pues como en toda guerra, los denominados embargos tienen como efecto un proceso inflacionario alto, especialmente en ciertos bienes de consumo (combustibles, materias primas, granos, metales etc) que al encarecerse llenan abruptamente las bolsas de quienes los producen y colocan en el mercado sin restricciones.
Como en toda guerra, también tiene en su núcleo, un trasfondo económico, que debiera ser bien aprovechando, como aquel momento conocido como “el milagro mexicano” donde México jugó un papel protagónico como aliado estratégico de Estados Unidos.
Veamos cuánto se puede estirar la liga, Europa es ahora el epicentro inflacionario, pero los demás países no estamos exentos de esa vorágine inflacionaria, lo mejor sería volvernos altamente productivos y competitivos, no solo para evitar la escasez, sino para aprovechar el momento.
Lo que si, México está perdiendo una increíble oportunidad de participar eficientemente en la exportación de muchos productos, tal vez petrolíferos no, pero si productos agrícolas, cárnicos, metales y otros bienes que hoy por hoy, escasean en la Unión Europea, quién es nuestro socio comercial también.
Mientras en México se siga desalentando la inversión y dejando en el olvido la desproporcionada normativa que regula a las empresas, se promoverá la segmentación empresarial y se seguirán perdiendo las cadenas de valor y con ello seguirá creciendo el desempleo y la falta de productividad competitiva o de alta calidad con dignidad en el proceso. (Obligaciones adquiridas en cada uno de los acuerdos comerciales Internacionales suscritos por México)
Lamentablemente el gobierno federal se olvida de cumplir con la obligación de ser el Rector del desarrollo económico sostenible de México, ello implica hacer un correcto diagnóstico de las condiciones del mercado interno e internacional. (Artículo 25 de la CPEUM) y de asumir su papel de vigilancia y supervisión de los estándares mínimos de calidad y dignidad en los procesos productivos (artículo 123 CPEUM). No todo es simulación en el documento oficial, mientras que las condiciones reales de los procesos productivos empeoran. Como en pasta de conchos.
México lamentablemente se encuentra perdiendo un valioso momento económico en el cuál podría posicionarse con gran liderazgo en el mercado internacional, aprovechando los tratados comerciales vigentes con Asia, América del Norte, Unión Europea y Oceanía; en cambio, solo se ocupa de una infructuosa misión con países que padecen una histórica y complicada situación económica, política y social, como son Cuba, Venezuela, El Salvador, Nicaragua y Honduras; con lo cuál, sólo parece ofrecer motivos para ser también excluido de los tratados comerciales aún vigentes.
