¿Y dónde te agarró el huracán?… la desinformación, los improvisados y los perversos

Los huracanes Norma y Otis que se registraron este mes y que azotaron a Baja California Sur y Guerrero, respectivamente nos dejaron dos grandes lecciones:

1.- Los ciclones cada vez son más impredecibles en cuanto a su trayectoria y evolución.
2.- Se requieren autoridades de los tres niveles de gobierno mejor capacitados y entrenadas para la prevención, la toma de decisiones, la actuación y la información a la población en caso de estos fenómenos naturales.

Es claro que tanto los habitantes de La Paz, como los de Acapulco, no fueron advertidos por las autoridades en tiempo y forma del impacto y poderío de Norma y Otis.

En el caso de Norma, fue monitoreado por casi una semana y sus modelos de trayectoria y evolución compartidos por el Servicio Meteorológico nacional, siempre apuntó hacia Los Cabos, en lo particular hacia Cabo San Lucas.

Incluso la mañana del sábado 21 de octubre, el gobernador Víctor Castro y los enviados del Gobierno Federal para atender la emergencia, se concentraron en Los Cabos y desde Cabo San Lucas realizaron el Consejo Estatal de Protección Civil, donde todavía se informó que Norma impactaría como huracán en Los Cabos.

En ningún momento ni el Gobierno Estatal, ni el Gobierno Federal advirtió a los paceños lo que fue un hecho un par de horas más tarde: Norma tocó tierra en Todos Santos y descargó todas sus aguas y furia como huracán categoría 2 en La Paz.

Fue a través de un audio que circuló por grupos de Whastapp, NO POR LAS VÍAS OFICIALES donde se escucha al Gobernador alertando que Norma iba a tener fuertes efectos por lluvia y viento.

A toro pasado en sus redes sociales el Gobernador y el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de La Paz, informaron que Norma ya había tocado tierra horas antes en Todos Santos.

Esa tarde y esa noche, los paceños que no se les había informado con antelación y por lo tanto en su gran mayoría no estaban preparados para recibir el impacto del huracán, vivieron más de 12 horas de lluvia y fuertes vientos.

Con los rayos del sol del siguiente día se descubrió la zona de desastre que se convirtió la capital del estado, con inundaciones, destrucción de calles y daños a la infraestructura turística y decenas de embarcaciones, que al no ser alertadas de lo que se venía no fueron retiradas de la bahía.

Hasta el otro día, en una nueva sesión del Consejo Estatal de Protección Civil, la Comisión Nacional del Agua y la presidenta municipal de La Paz, Milena Quiroga dieron cuenta del acumulado de lluvia que se registró en La Paz por Norma, destacando que la Ciudad de La Paz registró 264 milímetros, pero para efectos de escurrimiento se le acumularon los 473 mm de La Palmilla, los 465 del Cajoncito, los 401 de San Bartolo, etc; mientas que el propio Todos Santos registró 112 mm y en San José del Cabo 62 mm.

Lo que vino después fue la desorganización en la toma de decisiones, desde el regreso a clases, donde en la sesión del Consejo Estatal de Protección Civil por la mañana se había anunciado que las clases seguirían suspendidas en La Paz, pero regresarían en Los Cabos, pero en la misma sesión se retractaron y para más tarde se acordó y anunció por la SEP que seguirían suspendidas en los dos municipios.

De igual manera sucedió con la interrupción del servicio de energía eléctrica, donde en el transcurso de la semana la Comisión Federal de Electricidad reportaba significativos avances hasta llegar a informar que ya se había reestablecido al 100% el servicio, lo que generó harta preocupación en decenas de colonias que aún no tenían luz tanto en La Paz, como en Los Cabos.

Aunque hubo familias que perdieron su patrimonio por inundaciones de colonias en La Paz, hasta la fecha no se ha dado a conocer cuantas viviendas y familias resultaron afectadas por el meteoro, mucho menos se ha hablado de acciones concretas para su apoyo.

Luego vinieron los llamados a las campañas de limpieza, como “llamados a misa” sin estrategia, sin convocar a sectores y organizaciones ciudadanas, para definir la participación de cada uno; asumiendo que todos los funcionarios públicos debían de participar y hasta el disparate de “donar un día de salario” de los servidores públicos para enfrentar la emergencia, que nuevamente tuvo que ser retractado por el Gobernador.

Y es que aunque se declaró por parte del Consejo Estatal de Protección Civil a La Paz y Los Cabos “zona de desastre”, lo que supondría de activación de recursos federales para la atención de la emergencia; no se “quiere molestar” al Presidente de la República, aunque ya se dijo que hay una bolsa estatal para estas emergencias surgida de los excedentes del impuesto al hospedaje.

En el caso de Otis que azotó Guerrero en categoría 5, dos hechos ilustran la falta de prevención e información, la incapacidad e improvisación del Gobierno Estatal y Federal:

1.- La misma noche que impactó Otis, en Acapulco todavía se celebró un congreso de Minería, lo que da cuenta de la falta de información y alerta por parte de las autoridades a la ciudadanía de lo que venía.

2.- La imagen del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador atorado en el fango por su necedad de llegar por tierra a la zona de desastre en Acapulco cuando era por todos conocido que era imposible el recorrido por los efectos del huracán, lo que ha sido interpretado como un acto perverso del Presidente de desviar la atención de la tragedia que ha cobrado al menos 30 vidas, para enfocarla en su caricaturesca travesía.

Hoy Acapulco y otras zonas de Guerrero están sumidas en el caos, el desastre y la ingobernabilidad por autoridades de los tres niveles de gobierno incapaces.

Que ambos casos, Norma y Otis sirva para autoridades federales, estatales y municipales:

En atención a emergencias no cabe la improvisación y la ocurrencia.
Se requiere capacidad y certeza.
Miles de vidas están en su toma de decisiones.

Ángel Mora Rojo
Ángel Mora Rojo
Reportero, periodista de investigación, analista y asesor en estrategias de comunicación. Creo en la comunicación como medio para prevenir y resolver cualquier conflicto y en el periodismo y la información como la más poderosa herramienta para conformar una sociedad moderna, incluyente y democrática y sobre todo contra cualquier tipo de abuso de poder público o privado. NO SE MATA LA VERDAD MATANDO PERIODISTAS.

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